sábado, 12 de octubre de 2013

Siria y la responsabilidad de proteger



(Artículo publicado originalmente en el blog The  Global Eye, el 11  de agosto de 2013)

¿Dónde se encuentra la responsabilidad de proteger a la población civil siria por parte de la comunidad internacional frente a los abusos de Bashar Al Asad en una guerra sin fin? ¿280.800 víctimas, sin incluir los desplazados no bastan para que los Estados en su conjunto reaccionen frente a esta catástrofe humanitaria? ¿Por qué Libia sí y Siria no?

La respuesta: intereses económicos, políticos y precedentes fallidos. Hay quien cree que "es mejor no intervenir militarmente para no desatar un polvorín en una zona conflictiva y en cuya intervención inevitablemente morirían civiles".
Entonces, la comunidad internacional, que se ha mostrado incapaz encontrar soluciones diplomáticas al conflicto ¿podría seguir inmutable ante una guerra que se extiende ad infinitum
Nos encontramos ante un dilema que Timothy Garton Ash observa acertadamente de la siguiente manera: "si ponemos en marcha una masiva y decidida intervención militar, la única forma de derrotar a El Asad, nos encontraremos con otro Irak. Si no intervenimos, tendremos que aceptar una nueva Bosnia. El historial de las intervenciones militares de Occidente en la región es desastroso. Pero la idea de que no hacer nada en absoluto es siempre la opción más ética, no se sostiene."

Dicha intervención estaría justificada por la ONU si se emitiese una resolución favorable por parte del Consejo de Seguridad. Dicha resolución resulta imposible debido al veto sistemático de China y Rusia. Las sanciones económicas y la presión diplomática por parte de la Unión Europea, han resultado insuficientes. Al Asad es indestructible.


El entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en el Informe del Milenio de 2000, recordando el fracaso del Consejo de Seguridad para actuar de manera energética en Ruanda, y Kosovo, planteó la siguiente pregunta a los Estados Miembro: “si la intervención humanitaria es en realidad, un ataque inaceptable a la soberanía, ¿cómo deberíamos responder a situaciones como las de Ruanda y Srebenica, y a las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos que transgreden los principios de nuestra humanidad común?”.  

El Documento Final de la Cumbre Mundial, 2005, menciona que “todos los Estados Miembros, aceptaron oficialmente la responsabilidad de proteger a su población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. También se estableció que la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas, tenía la “responsabilidad de utilizar los medios diplomáticos, humanitarios y otros medios pacíficos apropiados de conformidad con los Capítulos VI y VII de la Carta, para ayudar a proteger a las poblaciones de esos crímenes”.
La Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados, establecida por el Gobierno de Canadá hace unos años publicó un informe titulado “la responsabilidad de proteger” en el que se estableció que la soberanía no solamente daba al Estado el derecho a “controlar” sus asuntos, sino que también le confiere la “responsabilidad” primaria de proteger a la población dentro de sus fronteras. Se proponía asimismo que “cuando un Estado incumpliese éste principio, la responsabilidad recaía en la comunidad internacional en su conjunto” que incluía la obligación de prevenir, reaccionar y reconstruir.

Desgraciadamente parece ser que el conflicto sirio aún va para largo. Esta semana como consecuencia del enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia debido al caso Snowden, Barack Obama ha cancelado unilateralmente una reunión con su homólogo ruso, Vladímir Putin. El encuentro se iba a celebrar en septiembre aprovechando la próxima cumbre del G-20 en San Petesburgo. Este hecho supone por tanto, retroceder un enorme paso en la posibilidad de encontrar finalmente una solución para Siria, ya que tanto Estados Unidos como Rusia son necesarios para resolver la situación, además estamos a la espera del dictamen que emita la ONU sobre la utilización de armas químicas en Siria.  Mientras tanto, sólo podemos alabar la labor humanitaria de las organizaciones que trabajan sin cuartel para alivar a la población y a los países que acogen a los refugiados sirios. Sin su ayuda el mundo sería un lugar mucho peor para vivir.


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